Aquel momento, aquel instante destruyó
mi alma, me hizo añicos. Frías lágrimas que rodaron por mi mejilla y mi cuerpo se paralizó, totalmente helado. Aquel instante me golpeó tan fuerte como quiso, me
revolcó sin dudar por el suelo, hizo astillas cada sentimiento, cada
beso, cada trozo de ese amor que luego pasó al olvido. De
repente el vacío, el profundo abismo.
Mi alma se hundía, hacia un mar profundo e inmenso; mi corazón latía tan fuerte que parecía huir al galope hacia ninguna parte. La pálida luna detuvo el tiempo de aquella noche que derrumbaste mis sueños. Fue sólo un segundo, donde me perdí en
un desierto; pero en ese instante sentí que moría por dentro, y me
sentí agobiado por tanto intento. Sentí que todo era falso, que todo era
un juego, un momento cruel de aquella madrugada. Cierto que aquel instante para mí fue perverso, porque vi el mundo
cayendo sobre mi propio cuerpo, porque sentí que mi alma se cubría de
resentimientos, porque sentí odio, venganza, y hasta miedo, sentí
desconsuelo, sentí que se abría el suelo debajo mía y que caía, sentí que mi
sangre dejaba de bullir para seguir a pasos lentos, sentí que las
emociones se deshacían entre mis dedos, y vi que tú ya
no eras la misma, eras una extraña dibujando amores en aquel momento. Tus ojos mentían, tu boca embustera rajaba mis entrañas con cada palabra que decías. Las huellas de aquella pasión se amarraron al viento yéndose lejos, se
abrieron paso volando junto al cielo y convirtieron en sombras mis
sentimientos. En esos
minutos supe que no eras para mí, que tú no valías la pena; entendí que
lo mejor era perderte, y no tenerte cerca. En ese mismo instante murió el amor que para
ti tenía; y en ese mismo instante juré que nunca más una lágrima de mis
ojos caerían...
precioso, no dejes nunca de plasmar tus sentimientos.
ResponderEliminar